
Por Pepe Simancas Capa – pepesimancasec.com
La industria tecnológica acaba de vivir una confesión que sacude cimientos.
Fireflies.ai, la startup que prometía automatizar reuniones con inteligencia artificial, reveló que parte de sus funciones iniciales no eran bots…
eran personas reales.
Sí, humanos transcribiendo reuniones mientras el sistema “simulaba” ser inteligencia artificial.
Una estrategia arriesgada con un nombre conocido en Silicon Valley:
“Fake it till you make it.”
Finge hasta que funcione.
La confesión abrió un debate feroz:
¿Hasta qué punto una empresa puede vender IA cuando en realidad usa mano humana?
¿Es innovación o es engaño?
¿Es visión o es marketing disfrazado?
Fireflies asegura que hoy su plataforma sí es completamente automatizada, pero el daño ya está hecho.
La noticia dejó una cicatriz en la credibilidad tecnológica y una advertencia clara:
No todo lo que brilla es inteligencia artificial.
No todo lo que promete es real.
Y no todo lo que compramos como “futuro” está hecho de algoritmos.
Este episodio desnuda una incomodidad que muchos temían admitir:
Estamos usando herramientas cuya verdadera naturaleza desconocemos.
Y algunas, simplemente, no son IA… aunque lo parezcan.
En un mundo que progresa a velocidad de vértigo, lo que necesitamos no son solo nuevas tecnologías…
sino transparencia.
📊 Vistas: 55
















